El gas natural: ¿Es conveniente, económica y ambientalmente, para Costa Rica?

La reciente declaración de UCCAEP acerca de repensar el tema, decretado tabú, sobre la exploración del petróleo y gas nacionales, debe ser motivo de reflexión sana y ejecutiva, dada la cascada de implicaciones y consecuencias que la importación de dichos productos genera para la alicaída economía nacional.

La intrincada situación energética mundial, complicada por la invasión a Ucrania y sus repercusiones, no solo para Europa sino para la humanidad, ha terminado por derrumbar varios mitos y sofismas que han secuestrado las aspiraciones del aprovechamiento racional y sostenible de nuestros recursos naturales. Si bien es un deber común y de la más alta prioridad la protección del cada día más enfermo ambiente, las realidades resurgentes han derribado algunos muros mentales, según los cuales las sociedades deben renunciar, a la brevedad, al uso de los hidrocarburos. Pero se han impuesto el sentido común y el instinto de supervivencia. En Europa, Asia y Norteamérica se ha recurrido, de nuevo, al uso del muy contaminante carbón y se extendió, un poco más, la operación de centrales nucleares para la generación eléctrica.

Mientras tanto, en Costa Rica se escuchan algunas opiniones que muy fácilmente teorizan, desde la comodidad que ofrece el abastecimiento eléctrico, más o menos garantizado de que disponemos, sobre lo que se debe y no se debe hacer con nuestros recursos del subsuelo. Como los hidrocarburos y sus derivados nos llegan ya procesados y listos para consumir, las posiciones ideológicas son fáciles de agitar emocionalmente, pero muy difíciles de sostener ante las evidencias objetivas. Cada ciudadano afronta el precio inestable de los combustibles y de la supervivencia, con una canasta básica cada día más cara, controlada por el precio de los hidrocarburos y su consumo siempre creciente por el parque automotor.

Todos estamos de acuerdo con que la meta estratégica es la de reducir y, si es posible, eliminar la dependencia de los hidrocarburos. Sin embargo, diferimos en el plazo y forma que la transición requiere, pues definitivamente no está a la vuelta de la esquina, como algunos quieren hacernos creer. Mientras tanto, nuestra situación económica está llegando a puntos críticos y debemos actuar responsablemente para evitar una debacle. Se requiere una acción muy ejecutiva, por parte del Gobierno, para actuar en consecuencia. Es esperanzador el mensaje de que está dispuesto a discutir el tema.

Costa Rica, la de todos, merece conocer cuál es la situación real de las reservas potenciales disponibles en nuestro subsuelo. Hace 40 años concluyó la última etapa de exploración y se cuenta con datos y registros muy interesantes que deben ser reevaluados, con enfoques y métodos nuevos, para diseñar otra etapa que subsane las incógnitas y así modelar y categorizar el potencial real de nuestras cuencas sedimentarias. Esta visión estratégica se justifica plenamente.

Nos ponemos a la orden de la Presidencia de la República, de UCCAEP y de la sociedad costarricense para contribuir con el debate y apoyar la búsqueda de las realidades objetivas, aunque de antemano sabemos que se escucharán gritos de quienes todo lo critican y no proponen opciones viables. Tenemos muy claros los desafíos ambientales; no es nuestra intención convertir a Costa Rica en un exportador de hidrocarburos ni agregar más tipos de combustibles fósiles al mercado, sino sustituir las importaciones, aliviar la factura petrolera, ofrecer una opción que contamina mucho menos la atmósfera y reducir el endeudamiento externo galopante al que estamos sentenciando a nuestras futuras generaciones. La única forma de saber sobre qué estamos parados es explorando, evaluando y cuantificando.

Por el Comité Costarricense de Ingeniería Geológica y del Ambiente:

Dr. Allan López Saborío

Geólogo, especialista en geología de exploración y estructuras tectónicas

Dr. Sergio Mora Castro

Especialista en gestión del del riesgo, del ambiente y de los recursos naturales

Presidente